El Economista
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Abril - Mayo 2013
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presidente de la ASI.
El año pasado el país creció apenas un 1.5 % en contraste con
el 4.8 % que alcanzó Centroamérica, señala Doris de Rivera,
gerente de inteligencia industrial. Y para este año, la expectativa
oficial es la de lograr un 2 %.
En términos similares creció la industria durante 2012,
mientras que las proyecciones para este año oscilan entre el
mismo 1.5% y un 2%, gracias, en gran parte, a las exportaciones
porque, a diferencia del “mercado local, que está deprimido”, los
países vecinos se han recuperado positivamente después de la
debacle de 2009, señala Simán.
Para el líder gremial, la crisis ha quedado en el pasado y la
capacidad de producción de las empresas ha puesto a flote a la
industria en una marcha que espera no volver a detenerse. Sin
embargo, los mayores obstáculos que ahora enfrentan están en
el interior.
Hace casi 18 meses, el Gobierno y la ASI lanzaron el
anuncio de una política industrial por la que el sector luchó
largos años. El documento contó con el beneplácito de ambas
partes, Gobierno y sector privado, y en él se plasmaron los
principales problemas que se identificaron para que el brazo
de la economía sea más próspero.
Las medidas, el análisis y las proyecciones allí consignadas
han quedado engavetadas, lamenta Simán, debido a que las
autoridades no lo han convertido realmente en una “política de
nación”. Los problemas, por años, han sido los mismos y
algunos se han agravado más que otros: la tramitología o
burocracia, el costo de la energía, la inseguridad física y jurídica,
por mencionar los principales.
En conjunto, todo ha hecho que “El Salvador sea un país difícil
para hacer negocios”, pero, eso sí, aclara Simán, el país aún
mantiene su competitividad en los mercados internacionales por
la calidad de la producción que han logrado las empresas, aunque
no lo será por mucho tiempo si no hay mejora.
Los problemas locales, por ahora, son de mayor preo-
cupación para los industriales. Además de los externos, como el
incremento del precio de las materias primas, los vaivenes de la
economía estadounidense y la latente concesión de más
preferencias como la de reglas de origen dentro del Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TTP, por sus siglas en inglés).
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